viernes, 23 de septiembre de 2011

acunando



Salían como polvitos de purpurina
que le caían en los ojos, pesándoles los párpados
por aquella canción que él cantaba.
Y en lenta retirada de una pelea
que nunca acaba se fue rindiendo
cayendo en silencio en la cama, como cae un boxeador
en la esquina de un ring
Entrando en un sueño profundo y sereno
olvidando las batallas todavía no libradas,
sin nadie con una toalla que le seque la cara
como duerme un niño pequeño
se puso a dormir.

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